lunes, 16 de agosto de 2010

54.

" I can wait forever. " - Simple plan.

54.

Habían pasado los días, incluso habíamos tomado días de septiembre que no deberíamos haber pasado en Australia, pero no me quería despedir de ellos. Miré a Nekane despedirse de Judd, llorando, y Harry intentaba convencerla de que no pasaba nada, de que todo iba a estar bien, que nos vendrían a visitar. Pero nada iba a estar bien. Sonreí forzadamente y miré a Dougie que estaba delante de mí, parado con las manos en los bolsillos.
-Vente conmigo-susurró por décimo quinta vez ese día.-No te vayas.
-Doug, no lo pongas más dificil, por favor-supliqué dejando la maleta en el suelo y mirándole.-Lo habíamos hablado un montón de veces, este día tenía que llegar.
-¡Pero es que no quiero separarme de ti!-exclamó abrazándome-.Ya te perdí dos veces, por favor, Nat, no te vayas.
Le abracé con fuerza. No, claro que no quería irme. Pero entre deber y querer, había una gran diferencia en esos momentos. Le besé necesitándole como nunca, joder, no podía ser capaz de estar lejos de él, otra vez, y mucho menos ahora como estaba, enamorada.
-Dougie, suéltala, tiene que despedirse de nosotros-dijo Tom alejándole y abrazándome.-Bueno pequeña, espero verte en el concierto. Ya sabes, sois vampartygirls-y ambos reímos.-Te quiero, ¿vale?
Yo asentí con la cabeza y abracé a Danny, que me estrechó contra él con fuerza, joder, Jones.
-Te voy a echar muchísimo de menos, y lo sabes Nat-susurró y me acarició la mejilla.-Recuerda llamar todos los días, ¿vale? Querremos saber como estáis, ambas.
Yo asentí con la cabeza y abracé a Harry que me abrazó también y besó mi cabeza, mientras susurraba que cuidase de Nekane y que quería volver a vernos pronto.
Ojalá y ese pronto fuese demasiado pronto y no tuviesemos que estar lejos de ellos por mucho tiempo. Por fin, nos despedimos de ellos y fuimos a la puerta de embarque, entramos en el avión y nos sentamos juntas, Nekane y yo. Estar juntas casi todo el verano nos había unido muchísimo.
-¿Me vas a contar qué tal te fue con Harry?-inquirí mirándola. Se secó las lágrimas rápidamente y me miró.-Vamos Nekane, cuando menos te lo esperes, estaremos con ellos de nuevo, creéme.
-Pues... Me llevo cerca de la playa, aunque eso tú ya lo sabes-sonrió.-Cenamos bajo las estrellas, hablamos mucho, muchísimo, y luego dijo que me quería, que quería estar conmigo sin arriesgarse a perderme, y bueno... Lo hicimos allí, en la tienda de campaña, con el sonido del mar de fondo. Fue todo muy dulce, muy romántico... Oh dios, lo voy a extrañar tanto.
Y ambas volvimos a llorar. Joder, eso era inhumano. Suspiré y apoyé mi cabeza en el respaldo del sillón, nos quedaban bastantes horas de viaje, y entre el cansancio y el disgusto, Nekane y yo nos quedamos dormidas bastante pronto.

No sabría decir cuantas horas estuvimos dormidas, ni si hubo bastantes turbulencias, porque no lo sé. Pero cuando llegamos a Madrid, lo único que queríamos era regresar a nuestras casas, así que, Nekane cogió el ave que la llevaría a Bilbao y yo el ave que me llevaría a Salamanca. Fue dificil despedirse, pero quedamos en llamarnos por teléfono con cualquier cosa, o si llegabamos a casa y cosas así.
Cuando llegué a Salamanca, Alexander me estaba esperando, ya tenía bien la pierna, y podía conducir perfectamente. Sonreí y le abracé con fuerza, le había hechado de menos, no pude evitar llorar como una idiota.
-Eh, eh, eh-susurró limpiándome las lágrimas.-Es por Dougie eh?-Sonrió abrazándome.-Acabarás olvidándolo, creéme.
Le golpeé en el pecho con fuerza. Joder, yo no quería olvidarle, quería estar con él donde quiera que él estuviese en ese momento, Alexander tenía menos tacto que una hormiga.
-¡Eres un idiota!-exclamé mirándole.-Tú no lo entiendes, que va, ¿qué vas a entender tú?
Cogí la maleta y me marché de allí, de la estación dejando a Alex mirándome confuso y preocupado. Avancé la gran avenida hasta llegar a la pastelería, y una vez allí me senté en un banco frente al escaparate de una tienda de ropa masculina y esperé a que el bus llegase. Pero el coche de Alexander llegó antes, me abrió la puerta del copiloto y me suplicó que entrase. En Salamanca ya hacía frío por esas fechas. Entré en el coche, y tiré las maletas hacia los asientos traseros del automóvil. Encendí la radio y esperé a que Alexander arrancase el coche.
-Lo siento-suspiró.-Sé que he sido un poco borde contigo, pero... Es una súper estrella, Nat, ¿cuánto crees que tardará en olvidarse de ti?
Miré por la ventana, no pensaba contestarle, quizá porque sabía que tenía razón o porque me negaba a discutir con mi hermano. Mi móvil empezó a sonar y contesté.
-¿Sí?-murmuré limpiándome las lágrimas.
-Preciosa, ¿aún sigues llorando?-preguntó Dougie divertido.-¡¡Venga ya, sí eras tú la que no lloraba!!
-Cállate, idiota-reí.-Lloro porque te echo de menos.
-No será por mucho tiempo, sabes que pienso llevarte conmigo a todas partes, aunque sea lo último que haga-comentó, y pude imaginarme que estaba sonriente.-Tengo que colgarte, nuestro avión está a punto de salir.
-Te quiero-susurré mientras el coche aparcaba.
-Te amo-contraatacó él.
Poco después, pude oir un pitido que indicaba que la llamada había sido cortada. Suspiré y Alexander me miró, y con un asentimiento de cabeza, supo que era Dougie quien había llamado.

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