miércoles, 14 de julio de 2010

2.

"Watching the sky and all its gloom and say they're casting all the bad dreams away." - McFly "Hotel on a Hill".

2.

El camino hacia la casa no fue muy divertido que digamos, John había sintonizado LastFm, y pasaban un programa especial de música de los años noventa, así que, no le presté demasiada atención y me centré en mirar por la ventana, parecía que iba a llover, porque las nubes empezaban a amontonarse en el cielo. Debería estar algo acostumbrada, pero por una vez, realmente, pensé que el sol se podía quedar en el cielo y hacer uno de los días más importantes para mí, un día soleado y bonito.
Pero nadie puede tener todo, ¿verdad?
Después de diez minutos en el coche, las gotas de lluvia empezaron a golpear. Aaron se había sentado conmigo, y estaba cotilleando en su Iphone, no sé que hizo que le golpeó levente el hombro, yo me giré a mirarle y él me señaló la pantalla de su Iphone y me hizo ponerme los cascos. Empezó a sonar una canción que yo conocía perfectamente.
-Point Of View-le miré y sonreí sin poder evitarlo.-¿Te gusta McFly?
Él asintió y sonrió a su vez, el chico era guapo, cierto, pero tenía varias pegas. Ese aire de chulería que se podía distinguir a tres metros de distancia, y como miraba de arriba abajo a la gente sin ningún disimulo, la verdad es que es me parecía una falta de respeto increíble.
-Vaya, parece que teneis el mismo gusto de música-comento Margaret con su voz chillona.-¿A qué no es tan malo tener una chica de intercambio, Aaron?
-No, mamá. La verdad es que le gusta la misma música que a mí al parecer, así que no le molestará que tenga la música alta-explicó Aaron sin levantar la mirada del Iphone.
-Bueno, a ella puede que no, pero te aseguro que a mí si me molestará-replicó la mujer mirándonos por el espejo retrovisor.-Así que, asegúrate de ponerla a un volumen tranquilito.
Aaron se encogió de hombros y continuó a lo suyo, es decir, a jugar con los jueguecitos de Iphone. Yo simplemente, me dediqué a mirar como los rascacielos desaparecían, e iban dando paso a unos edificios más pequeños, hasta convertirse en unos preciosos chalets no demasiado grandes, ni demasiado pequeños, simplemente, acojedores a simple vista.
Londres era muy diferente a Salamanca, aunque en Salamanca lloviese y se nublase casi la mayoría de los días, no había tanto lujo, ni tantos conciertos -pude contar veinte carteles que anunciaban conciertos, y eso sólo en los treinta minutos que estuve mirando por la ventana-.
Cuando el coche se detuvo, me quedé mirando la casa. Era un chalet de tres pisos, color rojo desgastado. Estaba situado en una urbanización llena de gente, y de poco lujo, no pretendían llamar la atención y lo que es más, había niños correteando de un lado a otro, por lo que supuse, que allí no me aburriría demasiado.
Aaron me ayudó con las maletas, esta vez, sin que nadie le dijese que debía hacerlo. Simplemente, me regaló una sonrisa, y cogió la maleta que más pesaba, después se encaminó hacia en interior de la casa. Yo le seguí, con la mochila colgada de un sólo hombro y la otra maleta de ruedas detrás de mí.
La casa por dentro era maravillosa, tenía un estilo antiguo y señorial, es decir, muy al estilo ejecutivo rico, es que, no sé como explicarlo. Había un par de acuarios enormes, y un gatito vino corriendo a recibirnos, perseguido por un pequeño cachorro de Golden Retriever.
-Ignorálos de momento, ven, te enseñaré tu cuarto-me indicó Aaron señalandome unas escaleras.
Le seguí escaleras arriba, recorrimos un pequeño pasillo y llegamos a una habitación que estaba al fondo del pasillo, me dejó entrar primero y después dejó mi maleta con delicadeza encima de la cama.
-¿Este es mi cuarto?-pregunté mirando todo curiosa.
-Sí, te va a gustar, tienes buenas vistas-me señaló la ventana.
Cuando me asomé yo sólo vi otra ventana, pero cuando me giré para decirle que no había tenido gracia, Aaron ya no estaba. Suspiré frustrada y comencé a deshacer las maletas y a colocar la ropa en los armarios. La verdad es que no era tan diferente a España, bueno, quizá la gente, las calles, y que conduciesen por la izquiera sí era diferente, pero por el cuarto, la casa, las urbanizaciones (quitando el lujo) y los parques, no.
Veinte o treinta minutos después, había terminado de colocar todo. Guardé las maletas debajo de la cama y me froté las manos, feliz por el resultado que había obtenido. Abrí el armario y cogí una camiseta larga, y unos pitillos, sólo eran las once de la mañana, así que, me quedaba todo el día por delante. Cogí una toalla.
-Aaron, ¿el baño?-pregunté asomandome al pasillo.
Aaron se asomó por la puerta de su cuarto, y me señaló la puerta que estaba delante de su cuarto. Yo se lo agradecí con una sonrisa. Cuando tuve lo necesario, me apresuré a darme una buena ducha, cuando salí, mientras me secaba el pelo y demás, puse a calentar las planchas del pelo, porque si no lo hacía, se rizaba todo y no habría manera de cepillarlo.
Me pasé las planchas y sonreí con el resultado. Me cepillé los dientes, y me maquillé un poco, pero sólo un poco. Me pinté la raya, me di rimmel y me difuminé un poco una sombra de ojos gris brillante. Una gotita de gloss y estaba perfecta. Me terminé de arreglar el cabello y me coloqué una diadema rosa clarito, lo que nunca solía hacer.
Recogí el cuarto de baño, y puse la ropa sucia en el cesto. Sonreí de nuevo y fui de nuevo a mi habitación, a buscar el móvil, el Ipod y la cartera. Me apetecía dar una vuelta... Me pusé una cazadora negra y unas botas planas. Sonreí de nuevo feliz por el resultado y fui a buscar a Aaron. Pude distinguir "Party Girl" de "McFly" sonando a todo volumen desde su cuarto.
Llamé a la puerta mientras lo tarareaba de manera inconsciente.
Aaron, al abrir, se me quedó mirando raro.
-¿Qué quieres?-inquirió.
-Me gustaría dar una vuelta-expliqué.-¿Me acompañarás?
-Obviamente, no-contestó de manera borde.-Puedes sacar a pasear a Bobby.
-¿Bobby?-le miré sin entender.
-El perro-rodó los ojos.-Coge la correa, está al lado de la puerta.
Rodé los ojos y bajé las escaleras de dos en dos. Cuando llegué a la puerta, cogí la correa y llamé a Bobby. El perrito vino casi corriendo a por mí. Le puse la correa y salimos de la casa. No habiamos llegado ni si quiera a la esquina de la casa, cuando Billie se alborotó y empezó a tirar de mí rumbo a la casa de los vecinos.
-¡¡Bobby!!-exclamé tirando de la correa.
Le hice daño, porque lanzó un aullido y se quedó quieto en el suelo, sentado.
-Dios, Bobby-exclamé apenada mientras llegaba corriendo a su lado.-Bobby, lo siento.
Empecé a tocar su cuello con suavidad, y al llegar a un punto en concreto ladró.
-Dios, dios, dios-murmuré mientras le acariciaba.-Lo siento, lo siento.
Le dí un pequeño masaje en la zona dolorida, y pareció calmarse. Diez minutos después, cuando tocaba su cuello, ya no se quejaba. Sonreí aliviada por ello y quise empezar a pasear a Bobby pero, el perro parecía no estar por la labor, porque se quedaba mirando la puerta de los vecinos y ladrando como un loco. Me asomé a ver por qué ladraba tanto, entonces vi a un gato tumbado en la puerta, por eso ladraba Bobby.
Suspiré y até al perro a la puerta de los vecinos, Bobby no se quejó.
Fui casi corriendo a la puerta y recogí al gato con suavidad. Le acaricié la cabecita un par de veces, y el animal ronroneó. Llamé al timbre, a la espera de que alguien me abriese.
-¿Sí?-preguntó una voz cuando se abrió la puerta.
-Vengo a daros a este gato-expliqué mirando al animal que seguía ronroneando.-Estaba en la puerta, y temí que el perro de la familia que me acoje lo matase.
-Ah, muchas gracias-comentó la voz mientras cogía al gato con suavidad.-¡¡Tom, el gato casi se suicida!!-gritó hacia el interior de la casa.
Cuando miré quien era, parpadeé un par de veces y sacudí la cabeza.
-Bueno, creo que estoy delirando-comenté sonriendo levemente.
-¿Por qué?-preguntó mirandome.
-Porque estoy viendo a Dougie Poynter delante de mí-expliqué.
-Ah, no, no estás delirando-rió feliz.-Soy Dougie Poynter.
-Mmmm y el gato era Marvin, ¿verdad?-comenté.
-Sí, exacto.
Bobby ladró, requiriendo mi atención.
-He de irme, Bobby me llama-comenté dispuesta a marcharme.
-¿Vives aquí al lado?-inquirió mirandome.
-Sí, mi habitación justo da a esta casa.
-Entonces te veré a menudo-sonrió.
Yo sólo asentí y fui casi corriendo a recoger a Bobby. Después de dar una vuelta larga, regresamos a casa de los Carter, allí, dejé a Bobby en el piso inferior, y subí a mi habitación, abrí la ventana, y encendí el pórtatil. Conecté los altavoces, y subí el volumén al máximo. Puse la canción de "Party Girl" de "McFly", y yo sola empecé a cantar.

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